Cómo eliminar los 5 gramos de microplásticos del agua que bebes a la semana

El mundo se ha convertido en una gran bolsa de microplásticos. Aunque no nos damos cuenta porque su tamaño es inferior al de un grano de sal, los investigadores advierten de que una persona puede ingerir alrededor de 5 gramos de plástico a la semana, el equivalente a una tarjeta de crédito. Muchas de estas partículas se encuentran en los alimentos que ingerimos, pero una gran parte se deposita en nuestro organismo a través del agua embotellada.

Poco se sabe de los daños que los microplásticos pueden causar en nuestra salud. En un intento por evitar una excesiva alarma entre la población, la ONU aseguró en 2019 que ningún estudio había demostrado que los riesgos pudieran ser preocupantes. Pero la organización también reconocía disponer de “información limitada” y llamó con urgencia a la realización de más investigaciones.

Por su parte, la Unión Europea también está tomando medidas para reducir en un 30 % la contaminación por microplásticos antes de 2030. El pasado 25 de septiembre publicó un reglamento que restringe los microplásticos añadidos intencionadamente a productos.

La comunidad internacional ha recogido el guante y, gracias a los últimos estudios, hoy sabemos que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, además de producir una alteración del equilibrio en los microorganismos presentes.

Así lo asegura un estudio del CSIC publicado Scientific Reports y que refrenda Victoria Moreno, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL): “Dada la posible exposición crónica a estas partículas a través de nuestra dieta, los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud”, recalca la investigadora.

Otras pruebas de laboratorio han demostrado que los microplásticos causan daños en las células humanas, incluidas las reacciones alérgicas y la muerte celular. De hecho, el análisis más reciente ha identificado más de 10.000 sustancias químicas únicas utilizadas en los plásticos, de las cuales más de 2.400 son potencialmente preocupantes.

En España, la Ley 7/2022, de 8 de abril, de Residuos y Suelos Contaminados penaliza el uso de plásticos de un solo uso con un impuesto especial de 0,45 euros por kilogramo. Una medida que se antoja insuficiente para combatir un problema de dimensiones globales.

¿Cómo ingerimos los microplásticos?

Los microplásticos están en la sal, la cerveza, las frutas y verduras frescas y el agua potable, en gran parte por culpa del uso de microfibras textiles que se rompen en la lavadora o en la secadora y acaban en nuestros mares. Una vez allí, al proceso de fragmentación natural se le tienen que añadir la intervención del plancton, que al toparse con el microplástico, lo descompone y lo excreta en forma de miles de nanoplásticos.

Pero los tejidos sintéticos con los que están hechas muchas de las prendas que vestimos a diario solo representan la punta del iceberg. Por ejemplo, las sartenes antiadherentes recubiertas de teflón pueden añadir 2,3 millones de micro y nanoplásticos a la comida. El 90% de geles, champús y productos cosméticos contienen microplásticos que acaban en el alcantarillado. Y artículos como las toallitas faciales y de bebé, parcialmente fabricadas con plástico, pueden tardar más de un siglo en degradarse, tal y como publica la prestigiosa revista de National Geographic.

El simple hecho de abrir un envase de plástico libera microplásticos, según un artículo publicado en 2020 en Scientific Reports. Y otro estudio alerta sobre las tablas de plástico para cortar alimentos, que contaminan los alimentos con unas cuantas decenas de millones de micropartículas más.

250 gramos de plástico en el fondo del estómago

Se calcula que el ser humano absorbe alrededor de 22.000.000 de partículas al año, el equivalente a 21 gramos al mes, poco más de 250 gramos al año, según la organización WWF. Gran parte de esos microplásticos los ingerimos a través del agua potable.

Un análisis realizado en 2019 reveló que hay fibras de plástico en el 95% de las muestras de agua del grifo de Estados Unidos. Y en España, un estudio realizado por más de una decena de centros de investigación españoles de la Red EnviroPlaNet, y liderados por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad de Alcalá (UAH), encontró microplásticos en el agua potable en muchas regiones de España.

Más microplásticos en el agua embotellada

La revista científica Frontiers in Chemistry ha revelado que las partículas de microplásticos son mucho más frecuentes en el agua mineral que en la del grifo. Para demostrarlo, se analizaron 259 botellas de 11 marcas distintas en 9 países diferentes. Como resultado se obtuvo un promedio de 325 partículas de plástico por cada litro de agua embotellada analizada. Y arroja una conclusión aplastante: la presencia de microfibras plásticas en el agua embotellada con fines comerciales puede a llegar a doblar en ocasiones la cantidad de plástico presente en el agua del grifo.

Ante este problema global, la Asociación Hombre y Territorio (HyT) y el Proyecto Libera de SEO/BirdLife, en alianza con Ecoembes, han puesto en marcha Micro, una web a modo de repositorio que muestra los diferentes proyectos y sus resultados asociados a estudios de microplásticos en España.

Todo lo que podemos hacer es poco, pero hay algo que tendría un impacto directo e importante para la salud de nuestro cuerpo y del planeta: abandonar el consumo de agua en botellas de plástico de una vez por todas.

Filtrar el agua del grifo, una solución implacable

Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico, según la ONU. Pero esta “barbarie” contra el medio ambiente y nuestra propia salud tiene fácil solución. Utilizar filtros de agua en casa y llevar botellas reutilizables de acero inoxidable o vidrio son pasos simples pero con un impacto importante que nos ayudará en nuestro camino hacia una hidratación más saludable y consciente.

Para que el agua que contiene estas partículas pueda ser apta para el consumo humano, debe pasar por unos tratamientos de ósmosis y filtración:

Filtración con limpieza automática. Elimina los sólidos en suspensión del agua sin necesidad de reponer los cartuchos de filtración. Los equipos pueden ser automáticos o semiautomáticos, con diversas capacidades y niveles de filtración.
Microfiltración. Se efectúa con filtros mecánicos, ideales para afrontar problemas de filtración a pequeña escala. Suelen emplearse los que establecen barreras a los sólidos en suspensión, para reforzar la protección de los equipos sensibles.
Filtración con lecho para aplicaciones comerciales. Se utilizan con propósitos comerciales pequeños y para el pretratamiento de calderas o descalcificadores hasta un caudal de ocho m3/h. Con estos filtros, se puede aclarar el agua, absorber los malos olores, disminuir los metales pesados y bloquear la acidez.
Filtración con lecho para aplicaciones industriales. Se lleva a cabo con resistentes filtros a presión de funcionamiento automático, diseñados con acero al carbono de alta calidad y revestimientos internos de resina epoxi compatible con actividades alimentarias. Su formato modular les permite adaptarse si aumenta la demanda de caudal.

Si además quieres cuidar de la vida útil de los electrodomésticos de tu casa o de los equipos de tu empresa, la mejor decisión que puedes tomar es la instalación de un descalcificador de agua, que ofrece una filtración mecánica por resinas para filtraciones a pequeña escala (uso doméstico) o gran escala (uso industrial). Son ideales como una medida de protección de cualquier equipamiento en el que se haya realizado una elevada inversión.

En H2O Tratamientos somos especialistas en instalaciones domésticas e industriales. Si tienes interés en conocer nuestros equipos, escríbenos o llámanos al 958 465 589.

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