Si cuando tienes sed no se te ocurre beber agua del grifo porque su sabor es desagradable, ¿por qué la sigues usando para hervir unas verduras o elaborar un guiso? En este artículo vas a descubrir que el agua dura, habitual en muchas regiones de España, no solo afecta al sabor de tus platos sino también a sus valores nutricionales.
Sabemos que la mayoría de hogares recurre directamente al agua del grifo para cocinar. Y eso está bien porque entorno al 99% del agua corriente en España es apta para el consumo, tal y como asegura el propio Ministerio de Sanidad. De hecho, el que el agua del grifo no es peor que el agua embotellada. Más bien es al contrario. El agua del supermercado, además de ser más cara y generar residuos no biodegradables, puede contener microplásticos que son imperceptibles para nuestros ojos pero no para nuestro organismo.

Y dile tú a un valenciano que utilice agua embotellada para hacer la paella, a ver qué te responde. Aquí los más puristas aseguran que uno de los secretos de la paella reside en el agua del grifo, la de Valencia, claro, que curiosamente se caracteriza por su dureza, que no es la más recomendable para cocinar.
Cocinar con agua dura no, pero para la paella sí… ¿Qué no estoy entendiendo?
Agua dura, agua blanda
Hemos llegado el quid de la cuestión.
Las aguas blandas, que tienen menos cal y minerales que las aguas duras, son las más adecuadas para cocinar porque dejan menos residuos, tienen mejor sabor y el tiempo de cocción es más rápido. Este último detalle es de suma importancia, ya que los nutricionistas advierten de que la pérdida de vitaminas y antioxidantes se incrementa cuanto mayor es el tiempo de cocción.
Si además el agua ha sido depurada a través de un equipo de ósmosis de cinco etapas, que es capaz de eliminar los metales pesados, el cloro y cualquier impureza en general, la cocción de los alimentos será impecable.
Por contra, las aguas duras son más concentradas y su sabor es más fuerte, precisamente porque en su composición natural abundan la cal y los minerales, además de otros elementos que se usan en su tratamiento, como el cloro.
Si vives en una zona con este tipo de agua, el uso de un equipo de ósmosis (y en caso de exceso de cal, también de un descalcificador) “ablandará” el agua, te permitirá reducir el consumo energético (que seguro que a lo largo del año se nota en la factura) y elevará tus platos a un nivel superior, tanto en sabor como en la preservación de sus valores nutricionales.

La excepción que confirma la regla es la famosa paella de Valencia, cuyos defensores aseguran que el agua dura le aporta un sabor más intenso y característico. Incluso hay quien sostiene (véase la Wikipaella) que al agua dura impide que el arroz se abra, dejándolo seco y suelto. Una teoría que es fácilmente rebatible, como a ver a continuación.
El tiempo de cocción sí importa
Como en tantas otras cosas de la vida, el tiempo también juega un papel clave en la cocción de los alimentos. Si vamos a guisar unas legumbres o un arroz con el agua de una ciudad como Madrid (agua blanda), el tiempo idóneo de cocción será notablemente inferior al de una ciudad como Valencia (agua dura).
El gran error que muchos cometen al cocinar la famosa paella es emular la cantidad de caldo y tiempo que se emplea en la capital levantina, cuando en realidad hay que ajustarse al tiempo recomendado para la cocción del grano en función del tipo de agua de nuestra zona. Solo así nos quedará el arroz en su punto justo, con independencia del lugar en el que estamos cocinando.

La pauta es la misma si hablamos de un cocido madrileño o una fabada asturiana, platos característicos de zonas de agua blanda que, por tanto, requerirán menos tiempo de cocción en zonas de aguas más duras.
Y cuando hablamos de cocinar verduras, pastas u otro tipo de alimentos, hay que recordar la máxima de que “a mayor tiempo de cocción, menos nutrientes en nuestro plato”. Pero esta “verdad” requiere una aclaración. Si bien la ciencia nos demuestra que ciertas vitaminas son muy sensibles al calor, no es lo mismo hablar de un hervido (en el que normalmente se desecha el agua con todos sus nutrientes) que un estofado cuyo jugo puede resucitar a cualquiera.
Agua filtrada, puro caviar en tu cocina

Ahora que sabemos que el tipo de agua influye en el sabor y las propiedades de nuestros platos (e incluso en lo que pagamos en la factura de luz o gas) lo mejor es tratarla como se merece.
Si en tu cocina solo entran ingredientes de primera calidad y quieres que el agua también lo sea, la solución es el agua purificada a través de un equipo de ósmosis de 5 etapas como el Waterfass +, que te garantiza un agua blanda, dulce y sin impurezas.
Pero antes de dar el paso, siempre recomendamos a nuestro clientes un análisis previo del agua de casa para conocer su composición y adoptar las soluciones más adecuadas.
Si tienes interés en conocer nuestros equipos, escríbenos o llámanos al 958 465 589.