Más de dos millones de personas en España viven con dermatitis atópica, una enfermedad crónica de la piel que provoca intensos picores e irritación. Aunque es más frecuente entre menores, puede evidenciarse también durante la vida adulta. En invierno los síntomas pueden agudizarse. En este artículo te contamos cómo puedes aliviarlos.
Epidemia de dermatitis
Picor por todo el cuerpo, de pies a cabeza. Irritación. Dolor. Descamaciones. Ronchas. Eczemas. Ampollas. Los síntomas de la dermatitis atópica pueden ser más o menos agudos, pero siempre son molestos. De hecho, la propia Organización Mundial de la Salud concluyó en 2010 que esta enfermedad está en el podio de las enfermedades dermatológicas que más afectan a la calidad de vida de pacientes y sus familiares.
Lamentablemente, las cifras crecen y en los últimos treinta años se ha duplicado la incidencia de la enfermedad en España. Una realidad que aceleró todavía más la pandemia, porque las medidas de protección que se impusieron generaron “una auténtica epidemia de dermatitis”, según la doctora Alba Galván, de la Asociación Española de Dermatología y Venereología y de la Fundación Piel Sana.
15% - 30%
Incidencia en la niñez
2% - 10%
Incidencia en la vida adulta
Un decálogo para paliar los síntomas
Aunque el frío esté tardando en llegar, sabemos que está más cerca que lejos. Con él vienen también la sequedad del ambiente, la calefacción y los cambios bruscos de temperatura. Un trío que pone en apuros a quienes sufren dermatitis.
Con la bajada de temperaturas, la piel pierde hidratación, elasticidad y se debilita. Un panorama que favorece la inflamación, la aparición de heridas y aumenta la percepción del picor. Esto es lo que puedes hacer para reducir las molestias:
Usa productos adecuados para tu tipo de piel y recomendados por especialistas en dermatología.
Recuerda que la hidratación se hace por fuera, pero también por dentro. Lávate las manos, pero con mesura. Si puedes, usa guantes o cremas con efecto barrera para evitar someter a la piel a un lavado constante de manos que termina desgastándola.
Que sean suaves y estén testados dermatológicamente.
El agua muy caliente potencia la inflamación y la irritación. Además, se desaconseja hacerlo más de una vez al día.
Con un protector solar labial.
Y si vas a esquiar o tirarte bolas de nieve, con más motivo, porque la nive refleja el 80% de la radiación solar.
Usa guantes, bufandas, calcetines…Lo que haga falta para evitar los sabañones y otras desagradables secuelas del frío.
Pasar del calor al frío y viceversa de manera abrupta somete a la piel a un estrés muy negativo.
Mantén una dieta rica en frutas, vitamina C y antioxidantes. Evita el tabaco y el alcohol.
Un escudo contra la dermatitis
Intentar controlar los factores que condicionan el empeoramiento de los síntomas no es algo que haya que hacer solo en invierno. De hecho, el primer paso para limitar el impacto de la enfermedad, es mantener en buen estado la epidermis: la primera capa protectora de nuestra piel contra agentes externos.
Para logarlo, un descalcificador es un gran aliado, porque elimina del agua el exceso de sales de calcio y magnesio, que alteran el pH de la piel y la debilitan.
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