Y si no, pregúntale a tu dentista sobre la importancia del agua en la salud bucodental. Para empezar, te dirá que beber la cantidad suficiente de agua al día ayuda a prevenir una gran cantidad de afecciones bucales, como las temidas caries.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hidratarse con entre 1,5 y 2 litros de agua al día. Unos diez vasos, vamos. ¿Pero por qué influye tanto el agua que ingerimos en el bienestar de nuestra boca?
Muy sencillo: el pH de la cavidad bucal está regulado por la saliva, que protege a encías y dientes de bacterias y otros microorganismos indeseados. Así que, cuánto más agua bebemos, más saliva generamos. Si quieres profundizar en este tema, los amigos de De Vicente Ortodoncia, una clínica dental de Granada, han escrito un artículo muy interesante en su blog.
El agua, el flúor y las caries
Técnicamente hablando, el agua ayuda a mantener un pH de la boca neutro, evitando que se convierta en un lugar ácido propicio para la aparición de las caries. Y, además, favorece la cicatrización de heridas y llagas (para lo que, por cierto, van muy bien los enjuagues de agua con sal).
La clave está en el flúor del agua. Miremos a través del microscopio: el flúor es un mineral natural muy efectivo contra la caries que fortalece el esmalte de nuestros dientes. Sin embargo, si analizamos los componentes del agua embotellada, no encontraremos ni rastro de flúor (F) en la mayoría de los casos. O, desde luego, no en los niveles mínimos recomendados, como por ejemplo advierte la marca Colgate en este artículo.
¿Por qué sí que encontramos flúor en el agua del grifo?
Responde a la pregunta el Ministerio de Sanidad: “Las Directivas europeas y la legislación nacional están destinadas a garantizar que el agua de consumo sea salubre y limpia, eliminando o reduciendo la concentración de contaminantes microbiológicos y físico-químicos que puedan afectar a la salud humana”.
Y en esta guerra, el flúor es una buena munición. Muchas comunidades añaden este mineral al agua que sale del grifo. Se dice que el agua es “fluorada” cuando el sistema público ajusta el flúor a un nivel que se sabe previene las caries: 0,7 miligramos de flúor por litro.
Agua del grifo vs Agua embotellada
Cuando reemplazamos el agua del grifo por el agua embotellada, privamos a nuestra boca de este magnífico protector. También es habitual que esto suceda en las zonas que se caracterizan por un agua corriente de gran dureza, como ocurre en gran parte de Andalucía o en residencias rurales que saben cómo potabilizar el agua de su propio pozo.
Aportamos otro dato: según un estudio publicado en la revista Community Dentristy and Oral Epidemiology, los índices de caries son mucho mayores en las ciudades en las que el agua no se trata con flúor. Y, claro, a menos que te apetezca jugar con el Mineranova, seguro que tienes cosas mejor que hacer que ponerte a comprobarlo.
Para esto estamos nosotros. Tras un rápido análisis podemos averiguar si el agua del grifo de tu casa contiene la dosis de flúor mínima recomendable o, por el contrario, si se encuentra en exceso, que también podría ser. ¿Qué todo está bien? Perfecto. ¿Qué no? Pues he aquí una razón más para instalar un pequeño equipo de ósmosis inversa que eliminará ese excedente.
En el caso de que no tengamos espacio para este tipo de equipos, la alternativa son las fuentes de agua con ósmosis inversa. Una solución que podemos ver cada vez con más frecuencia en empresas y oficinas, pero también en muchos hogares que le han hecho un hueco en la despensa o en la cocina.
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